No es de extrañarse que con tantas soledades mi boca de pronto vomite desiertos...

De las mil esquirlas amalgamadas en un etéreo suspiro (Surrealista)


Seculares injerencias del atroz caos de mi mente 
que hilvanan especulaciones retrasadas
en las diversas efimeridades de mi suerte,
de las mil esquirlas amalgamadas de un etéreo suspiro
que se disfraza en mi ambigua sobriedad inherente.

Un retrato alcoholizado en las sombras
de la pupila serena del destino
que se petrifica en las desconocidas horas
de un auspiciado solsticio.

Un espejo endeudado
con el reflejo de un delirio,
que le vende un destello
a un foco encendido,
trata de pagarle los intereses
al préstamo que le hizo un niño.

Cuantifica pasivamente las pérdidas el verano
en las costas de un viejo árbol ,
se delinea las pestañas pícaramente
para vender en una esquina el regazo
que violó un colibrí con el zumbido
que le incurvó su pálido letargo.

Se desprendió una isla creada de atardeceres
de un litoral encajonado en un lucero,
una quimera, un farol encendido
iluminando a dos que se perdieron en un crucero
que nunca definió su destino.

Se cicatrizaron las pinceladas  del olvido
en un cielo derramado en el agujero
de una supernova que mendigando deseos
no recolectó centavos de prestigios.

Y se quedó apagada la soledad
en la fotografía que se tomó junto a la nada,
sobre aquel sol en melancolía
que se devoraban las pirañas
en la cúspide de la esquirla
de una asonante amalgama,
endulzada con los delirios
que desperdigaba elocuentemente
un etéreo suspiro.


Soy un verso que no encuentra rima
aferrado a un intento triste de soneto,
un emigrante sueño  
que se quebró al nacer el silencio
(Metatrón)

 

El cuenta cuentos de terror (Presentación al lector)


El cuenta cuentos de terror...


Sin desmesura mi estimado lector,
es mi menester hacer a usted saber
que lo expuesto no será de buen sabor
si lo que busca es algo de placer.

Las voces inocentes de mil cristales
se masturbaran en su mirada sin decidir
que hacer con lo poco que quede de su alma
después de estos cuento al concluir.

Y no pretendo yo hacer huir 
a tan gustoso señor
que mis versos comenzó a oír
entre su lengua y su voz
cuando por casualidad 
por aquí se tropezó.

Solo confesaré a ustedes
que una noche mi vista se apagó
y que de un claustrofóbico dilema
mi mente se disipó
en una sombría estrofa
de un soneto sin color,
mas si quiere usted seguir
solo le pido un poco de discreción,
puesto que esta obra esta lejos de concluir...
esto es solo una breve introducción.

Podrá usted de mi si quiere
escuchar de mil cuervos si pretende,
 de mil malditas quimeras si prefiere,
o de orquídeas nebulosas en placeres 
entre lucifer y sus desfigurados menesteres.

Cuentos de brujas, de arlequines,
de vampiros y metamórficos,
leyendas de dragones invencibles 
o de algún desfigurado demonio...
solo robaré sus más profundos temores
para contarle a usted algo que en verdad le asombre.

Me acomodaré en esta chimenea 
por un poco de calor,
búsqueme cuando usted prefiera
para comenzar mi labor...
Oh! pero disculpe mi mala educación
el tétrico ambiente un tosco me volvió,
permítame, me presento mi lector,
a su merced: 
Hermes...
el cuenta cuentos de terror...

(Confiésame tus temores
y crearé un cuento para ti,
demonios internos o desfigurados amores,
será un buen trabajo para mi.)


 

Mi muñeca de trapo.



Chasquidos de neblinas entre nuestros labios
y un inmerecido abismo entre nuestros cuerpos,
eres mi más dulce muñeca de trapo
y yo tu triste armazón de huesos. 

La lluvia de cicatrices nos abriga
en el secreto de mil finales
en este cobarde corazón que te nombra
bajo una coraza de piedra que pretende amarte.

Tú, eres tan frágil a mis caprichos,
eres la oscura caricia de mi silencio,
la muñeca perfecta de la sociedad
que me abraza ausente en la inmensidad
de la desesperanza de mi credo.

Soy el único quebranto de tus mentiras
y el deseo absurdo de tus besos,
soy la ruina perfecta de tus pasiones,
lo más puro y corrupto de tu infierno.

Tú!, la niña tonta, inmadura y llena de complejos,
la muñeca perfecta de la ambigüedad
que me abraza en la oscuridad
de la desventura de mi cuerpo. 

Eres la dócil muñeca  que amo,
doblegada siempre a mis caprichos,
 la oscura caricia de mi silencio,
la muñeca perfecta de la sociedad
que me abraza justo en la inmensidad
de la desventura de mi credo. 


 

Un arlequín cuadriculado.


Se llamaba Niriel...
un arlequín cuadriculado olvidado en un verso,
salpicando corchetes en un silencio
de las cuerdas menguantes de su violín,
afinando sus ilusiones detrás del telón viejo 
de un auditorio sin espectadores.

Desentrañando los debates de su existencia
debajo de los maderos oxidados de su tarima.
Se ahogaba en las solfas de un semitono
suspendido en la imitación de una melodía,
que resonaba en las paredes de su sollozo
cuando ausente esperaba un cálido día.

Soy la que no buscas...
cantaba con palabras olvidadas
de un lenguaje prendido sin canciones...
se colaba fugazmente con alícia
al viejo país de las maravillas y desolaciones.

No puedo explicarme a mi misma
por que yo no soy yo... su frase preferida,
junto a las travesuras que esparcía 
en una poesía que no era poesía.

Se llama niriel...
un arlequín cuadriculado olvidado en un verso,
salpicando corchetes en los silencios
que su violín meditaba en un recuerdo,
de canciones inolvidables,
metafóricamente hablando
escribiendo versos que según ella no debería escribir...


 

Pantomimas del alma.


Siluetas meditabundas y deshojadas
entre los pálidos cristales del pensamiento,
que se esconden en las paredes olvidadas
de un transparente suspiro del firmamento.

Unas cuantas demostraciones sin sentido
de un ojo volador maquillado
con las hordas de los segundos en escrutinio 
cual verdadera intención no a revelado.

Entre violines, aplausos,
y con una limosna en el bolsillo
danza intrépidamente buscando 
nuevo público para sus designios.

Blanca la mirada posada en la tertulia
que provoca la aburrida demostración reconocida:
del típico cuarto sin salida
con la pequeña ventana para su burla.

Cuenta luego un triste cuento
de aquellos olvidados con el tiempo...
que decía un árbol a un jilguero
un secreto que le susurro el viento.

Que cruzando una montaña...
con muchos sueños rotos creada,
un hermoso elfo caminaba...
mientras una triste canción entonaba.

Un ciervo aseguraba
que aquel joven perdido estaba,
que de un arco iris se guindaba
para regresar a su mágica patria.

Una lechuza lo negaba,
decía que algo quizás buscaba,
tal vez a su amor no encontraba
y por eso allí le esperaba.

Una hoja marchita contó el tiempo
que aquel ser caminó sin saberlo,
mientras poco a poco se olvidó de su sueño
y partió buscando un nuevo cielo.

Dejó su harpa escondida en la maleza,
mientras corría rasgando su belleza...
se escondió plácidamente en la pobreza
con el corazón exprimido por su pena.

Así concluyó su relato...
mientras el público rompió en llanto,
mas nadie sabia que esa historia
era el pasado de quien hoy la pregona.


 Sació su hambre por un rato
con las monedas que ganó en su teatro...
se marchó mientras el maquillaje se quitaba
y su verdadera forma revelaba...
Tristes pantomimas del alma
(Irónicamente, entre dientes susurraba)


 

Blanco y Negro



Cristales dispersos...

estrellas menguantes...

!silencio!,
aqui en la noche y entre el alba,
allá, en las páginas
con los cuervos devorados...

Blanco y negro

¿Quién asegura
su identidad?



Mas silencio

entre las acuarelas

de los árboles...
mas olvido

entre los ríos
de las nubes


y en el canto

del horizonte...


Cuando la luz
camina a su muerte,

allí, blanco y negro...

vida y muerte...
¿Quién asegura su suerte?


¿Quién asegura
su identidad?

¿Será luz el día?
¿Será oscuridad la noche?

aquí y allá, perdidos,

entre cristales removidos...

Silencio...
Silencio!!

es hora de dormir...


 

El loco y divino arte de escribir.



Cóncavos y convexos ojos descomunales
que se distribuyen en un acantilado,
espontáneo y sublime el razonamiento
del ser imprescindible e interior,
guardianes o demonios que se manifiestan
en la arbitrariedad del pensamiento
y se fluctúan en el desconcierto del sentir.


Descontento en las palabras pronunciadas
por momentos adyacentes al loco y divino martirio
que se encierra al expresar 
los deseos obligados de la carne,
sin nombre y sin piedad se presentan
las imágenes desoladas de la ironía, la ofuscación,
al saber que no existe más destino que la exaltación
de lo bello, lo trágico, 
lo espontáneo y lo subliminal.


Allí donde las palabras son eternas
y el silencio sirve de árbitro en los juegos
entre la conciencia y los demonios internos,
que se presentan como bestias sedientas
de pensamientos y de vida,


Allí donde la razón se ofusca
y la divinidad del hombre llega a su límite.
Se esconde tras tejas purpuras y calizas
en desiertos o lagunas de la mente,
allí donde se esconden
los banales gobiernos del "yo" interno
encerrado en estrellas intangibles por la razón.


Solamente allí
"El loco y divino arte de escribir"
se hace presente