No es de extrañarse que con tantas soledades mi boca de pronto vomite desiertos...

Blanco y Negro



Cristales dispersos...

estrellas menguantes...

!silencio!,
aqui en la noche y entre el alba,
allá, en las páginas
con los cuervos devorados...

Blanco y negro

¿Quién asegura
su identidad?



Mas silencio

entre las acuarelas

de los árboles...
mas olvido

entre los ríos
de las nubes


y en el canto

del horizonte...


Cuando la luz
camina a su muerte,

allí, blanco y negro...

vida y muerte...
¿Quién asegura su suerte?


¿Quién asegura
su identidad?

¿Será luz el día?
¿Será oscuridad la noche?

aquí y allá, perdidos,

entre cristales removidos...

Silencio...
Silencio!!

es hora de dormir...


 

El loco y divino arte de escribir.



Cóncavos y convexos ojos descomunales
que se distribuyen en un acantilado,
espontáneo y sublime el razonamiento
del ser imprescindible e interior,
guardianes o demonios que se manifiestan
en la arbitrariedad del pensamiento
y se fluctúan en el desconcierto del sentir.


Descontento en las palabras pronunciadas
por momentos adyacentes al loco y divino martirio
que se encierra al expresar 
los deseos obligados de la carne,
sin nombre y sin piedad se presentan
las imágenes desoladas de la ironía, la ofuscación,
al saber que no existe más destino que la exaltación
de lo bello, lo trágico, 
lo espontáneo y lo subliminal.


Allí donde las palabras son eternas
y el silencio sirve de árbitro en los juegos
entre la conciencia y los demonios internos,
que se presentan como bestias sedientas
de pensamientos y de vida,


Allí donde la razón se ofusca
y la divinidad del hombre llega a su límite.
Se esconde tras tejas purpuras y calizas
en desiertos o lagunas de la mente,
allí donde se esconden
los banales gobiernos del "yo" interno
encerrado en estrellas intangibles por la razón.


Solamente allí
"El loco y divino arte de escribir"
se hace presente