No es de extrañarse que con tantas soledades mi boca de pronto vomite desiertos...

Amantes ciegos






¿Planeas contradecirte amor de noches interminables?
¿ Cuánta oscuridad quieres plantar ante tus ojos?
Si fuimos parte de la luz que hoy nos agobia
¿Por qué cegarnos y beber nuestros demonios?


Estoy seguro que  recuerdas nuestras glorias,
aquellas plagadas con sesiones de miserias,
cuando quisimos ser fértiles en un pensamiento de locura
que blandiera los cristales que adornaron nuestras guerras.


Debo confesarte amante serena de mis inquietudes,
que no pretendía aborrecer la luz que  me ofreciste, 
mas no sé cuando te embriagaste con la oscuridad
de este corazón sin dioses al cual te rendiste. 


¿Planeas contradecirte amor de oscuridades interminables?
A tu lado ya no soy el  firmamento apócrifo y silenciado,
si fuimos parte de la luz que hoy nos agobia 
¿Para qué buscar demonios si hemos sido cegados? 


Ya no estoy seguro si recuerdas nuestras glorias,
aquellas plagadas con sesiones de miserias,
¿Cuánta oscuridad quieres plantar en tus ojos
para seguir blandiendo cristales que adornen nuestras guerras?


Ya no estoy seguro donde quedan nuestras glorias...
pues mi oscuridad fue tu luz... y tu luz... mi más dulce  perdición. 





 

Grietas



Aún cuando muera el viento
y la fría espuma del olvido
se devore al pensamiento,
seguirá siendo mi voz
la que grite preguntando:
¿Eres tú el dios verdadero?


Aún cuando la placenta del destierro
en los bosques de asfalto
se devore a las estrellas,
seguirá siendo mi mente enmudecida 
la que en agonía consienta
a un sueño que inocente de verdades
añore morir en la tierra.
Y seguirá preguntando mi silencio
¿Eres tú el dios verdadero?


Aún cuando las especies desaparezcan
y el humano se devore a sí mismo,
seguiré siendo el mendigo de la magia
que por las religiones se ha perdido,
pero entonces dejará de preguntar mi pensamiento
y afirmará con ímpetu la gloria de mis dudas:
que tú!... que tú no eras el dios verdadero.



 

Contra luz




¿Habrán sido tus pasos
fragua para este rostro sin nombres?
¿Dónde dejaste los mil pedazos
en que se quebraron nuestros dioses?

Temo por la suerte de mis libertades
ya arraigadas a una doctrina de viento
 cuando tocan la puerta de tu fanatismo 
a contra luz de tus puritanos deseos.

¿Dónde me guardaste
cuando mis dioses se rompieron 
y los tuyos gritaron?
Fuimos parte de aquel viento
con aromas innombrables 
en la vitrina expiatoria de un recuerdo.

¿Eran tus palabras 
las redenciones sobre este espíritu sin orbe?
¿Dónde me dejaste al quebrar mi rostro
para complacer a tus dioses?

Temo por la suerte de mis libertades
que al besar la doctrina táctil de tus pasiones 
son engullidas por un pasado 
que atrofió nuestra piel y quebró nuestros nombres.

¿Dónde nos guardamos
cuando mis dioses se rompieron
y los tuyos gritaron?
No puedes negar que fuimos parte
de ese viento con aromas innombrables
en la vitrina sedentaria de un lamento.