Aún cuando muera el viento
y la fría espuma del olvido
se devore al pensamiento,
seguirá siendo mi voz
la que grite preguntando:
¿Eres tú el dios verdadero?
Aún cuando la placenta del destierro
en los bosques de asfalto
se devore a las estrellas,
seguirá siendo mi mente enmudecida
la que en agonía consienta
a un sueño que inocente de verdades
añore morir en la tierra.
Y seguirá preguntando mi silencio
¿Eres tú el dios verdadero?
Aún cuando las especies desaparezcan
y el humano se devore a sí mismo,
seguiré siendo el mendigo de la magia
que por las religiones se ha perdido,
pero entonces dejará de preguntar mi pensamiento
y afirmará con ímpetu la gloria de mis dudas:
que tú!... que tú no eras el dios verdadero.
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