No es de extrañarse que con tantas soledades mi boca de pronto vomite desiertos...

Libertad número 23


Se ha parado el tiempo
bajo el techo blanco
de una esquina azul de mis ojos,
sin más que la llanura del silencio
y el sabor inconforme de la sobriedad
me resigno a contemplar
a esa sombra que juega en el espejo,
esperando que camine en las paredes,
que corra en el marco de la puerta,
que calle a las dos de la mañana
o que grite sobre el cielo sin nombre,
pero hasta que amanezca
no habrá de importarme
si esa sombra se abriga en mis pupilas...
mientras tanto, a esta aurora roja
que apaga voraz a mis pestañas
he de darle a beber el simple tacto
de una noche que muerde a las estrellas. 



Anthony Molina copyright © 2012