Se ha parado el tiempo
bajo el techo blanco
de una esquina azul de mis ojos,
sin más que la llanura del silencio
y el sabor inconforme de la sobriedad
me resigno a contemplar
a esa sombra que juega en el espejo,
esperando que camine en las paredes,
que corra en el marco de la puerta,
que calle a las dos de la mañana
o que grite sobre el cielo sin nombre,
pero hasta que amanezca
no habrá de importarme
si esa sombra se abriga en mis pupilas...
mientras tanto, a esta aurora roja
que apaga voraz a mis pestañas
he de darle a beber el simple tacto
de una noche que muerde a las estrellas.
Anthony Molina copyright © 2012
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